El periodista Pere Rusiñol reflexiona sobre la crisis del
periodismo en el Fòrum de Debats de la Universitat de València.
Enric Llopis
Rebelión
¿Qué coyuntura vive hoy la prensa en el estado español? “Catastrófica”, zanja
un periodista de fino análisis y largo recorrido, Pere Rusiñol, quien tras
muchos años en El País y pasar por Público, actualmente simultanea trabajos en el diario.es, “Alternativas
Económicas” y la publicación satírica Mongolia.
“En los últimos cuatro o cinco
años se ha hundido, y de manera irreversible, el modelo según el cual los
medios proporcionaban información para que los ciudadanos tomaran decisiones”.
No se trata de idealizar el pasado, pero “creo que lo mejor es que esto se
hunda para construir otros modelos en que el periodismo sea posible”, ha
aseverado en el Fòrum de Debats de la Universitat de València.
En los últimos años han confluido múltiples factores que explican la
degradación mediática. Se le suelen achacar a Internet buena parte de los
males, pero el problema no se limita a la influencia de la Red. De entrada,
prácticamente todas las empresas periodísticas (prensa, radio y televisión) se
hallan en quiebra. No generan ingresos, siquiera, para cubrir una décima parte
de las deudas contraídas. Pero como estas empresas producen información,
cuentan con capacidad para configurar la opinión pública y construir realidades,
los bancos se han hecho con ellas para servir a sus intereses.
El fenómeno remite, a juicio de Pere Rusiñol, a dos factores. Primero, se ha
producido una crisis del modelo de negocio comunicativo tradicional, debido a
la influencia de Internet pero, sobre todo, a que los grandes grupos mediáticos
siguieron –a finales de los 90 y principio de los 2000- las mismas pautas que
el capitalismo de “casino”. En términos más simples, el objetivo consistía en
generar valor para los directivos de unos grupos inmersos en dinámicas
especulativas, con dinero regalado por los bancos. No serían, por tanto, las
empresas mediáticas sino una industria más en las dinámicas de la época (con
más de 10.000 periodistas despedidos desde que empezó la crisis).
Uno de los casos paradigmáticos lo constituye el grupo Prisa. En 2007 (antes de
que estallara la crisis), El País era un periódico rentable, buque insignia de
un grupo cuyos beneficios rondaban los 140 millones de euros. Pero fue
acumulando deudas hasta alcanzar los 5.000 millones de euros. En términos
comparativos, los titulares de la época elevaban a esta misma cantidad la deuda
(agregada) de todos los clubes de fútbol. En resumen, “la situación de los
medios se fue a pique cuando reventó la burbuja; y no hay un periodismo sin un
mínimo de solvencia económica”, resume Pere Rusiñol.
Ocurre que en circunstancias normales las empresas cerrarían las puertas, pero
al tratarse de empresas mediáticas a los bancos les resulta más rentable (y no
sólo en sentido económico) quedarse con las mismas. Por ejemplo, si la banca
necesita que España pida un rescate financiero a la Unión Europea o requiere
toneladas de dinero en préstamos a nulo interés del Banco Central Europeo, es
mucho más “útil” que esto lo apoye un periódico (considerado para muchos de
izquierdas) como El País, que no una campaña publicitaria. En el caso del
rotativo de Prisa, ha pasado de una deuda de 5.000 millones de euros a una de
3.000. Los 2.000 millones de euros de mengua corresponden a un crédito
sindicado por parte de La Caixa, el Banco de Santander y el HSBC, que han
ingresado como accionistas (de referencia) en la empresa.
La familia Polanco, que tradicionalmente controlaba El País, podía tener muchos
intereses en el periódico, pero son muy superiores los de los bancos
accionistas en un contexto de rescates, planes de austeridad, privatización de
servicios públicos, desahucios y estafa de las preferentes. Antes de la
nacionalización, el principal accionista de YPF era Repsol, cuyo principal
accionista es La Caixa, a su vez accionista de El País. ¿Qué posición defenderá
este medio ante el gobierno de Cristina Kirchner y el proceso nacionalizador de
YPF en mayo de 2012? Por lo demás, si en otra época resultaban inverosímiles
las críticas a Polanco, ahora sucede lo mismo con los bancos accionistas.
Pere Rusiñol destaca que de los 16 miembros del consejo de administración del
grupo Prisa, 12 han sido directamente colocados por el sector financiero o
grandes fondos de inversión. Pero algo muy parecido sucede con La Vanguardia.
El dueño del grupo Godó, Javier Godó, que edita el diario, es vicepresidente
segundo de La Caixa y consejero de Caixabanc. En el caso de El Periódico de
Cataluña, formalmente está en manos del grupo Zeta y de la familia Asensio,
pero el consejero delegado del Grupo, Juan Llopart, es una persona muy
vinculada a La Caixa. Nadie escapa de la simbiosis entre poder financiero y
medios de comunicación. En el consejo de administración del ABC se sientan el
Banco de Santander y el BBVA. José Manuel Lara, presidente del Grupo Planeta y
vicepresidente del Banco de Sabadell, apuesta a diferentes bazas: Antena 3
(PP), la Sexta (“progresista”) y La Razón (compró este periódico, comenta
Rusiñol, únicamente para que le dieran una televisión). En su día también Lara
cruzó intereses en periódicos tan dispares como Avui y La Razón. Por otro lado
está El Mundo, en manos de una multinacional italiana –RCS Mediagroup- y de la
banca de este país, que puede sacar informaciones que afecten a la familia
Botín, por ejemplo, a quien no se considera más que un competidor financiero.
Recuerda Pere Rusiñol que la autoridad reguladora de Reino Unido multó a 13
bancos por obligar a los clientes a contratar seguros vinculados a las tarjetas
de crédito, y de este modo garantizarse el negocio. El Banco de Santander era
una de las entidades implicadas. “La noticia salió en todos los periódicos del
mundo; en muchos casos en la portada, pero no ocurrió así en España; de hecho,
El País informó citando a una serie de bancos, pero no al Santander”, explica
el periodista. Remató con la coletilla “entre otros”. El presidente de La
Caixa, Isidre Fainé, cobró una pensión de 24 millones de euros sin haberse
jubilado, lo que (aunque fuera legal) no se publicó en ninguno de los grandes
medios españoles. Casos parecidos han dado lugar a debates públicos en países
como Suiza o Francia.
A pesar de la crisis, explica el periodista, “los medios tienen una gran
capacidad para hacer ver que nada ha cambiado”. Pueden mostrar dramas humanos,
hacer recreaciones literarias y hasta poética con la inmigración o los
desahucios, “pero no explicar cómo han pasado las cosas y señalar a los
responsables: el porqué de los hechos, por ejemplo, la estafa de las
preferentes y las 700.000 personas afectadas”.
La segunda pata por la que ha quebrado el modelo en los últimos cinco años es
la publicidad. En la prensa española la dependencia de la publicidad era
tradicionalmente inferior (en torno al 40% de los ingresos del periódico) a la
de otros países, como Estados Unidos. Además, el reparto de la “tarta”
publicitaria se daba entre muchos anunciantes. Pero las cosas han cambiado.
Entre los años 2008 y 2013, los ingresos publicitarios en la prensa han caído
en 700 millones de euros; 1.300 millones de euros en la televisión durante el
mismo periodo, mientras que en Internet se ha producido un incremento en este
capítulo de 80 millones de euros.
Las Administraciones públicas, las multinacionales y los bancos son hoy los
grandes anunciantes. Las grandes compañías y la banca, cuando se anuncian, no
lo hacen con el fin de “poner en valor” sus productos, sino fundamentalmente de
controlar a los medios de comunicación. Así, Telefónica gasta mucho más
anualmente en anuncios de lo que ingresan en publicidad El País, El Mundo y La
Razón. ¿Con qué objetivo? En 2013 tuvo lugar en Barcelona una huelga de hambre
de más de un mes contra los despidos en Telefónica. Organizaciones sociales,
sindicales y diputados hicieron acto de presencia para apoyar a los
huelguistas. Pero los medios no informaron. La Administración es el otro gran
anunciante. El Metro de Madrid y el Canal de Isabel II, también en la capital,
han invertido grandes sumas en los medios.
Todas estas transformaciones han dado lugar a sustantivos cambios en las
redacciones. En 2013 El País aprobó un ERE que supuso el despido de 140
trabajadores. “Sobran buenos periodistas; algunos de los mejores de España, con
30 años de experiencia, resultaron despedidos”. Prisa se ahorró 14 millones de
euros con el ERE. Cuando Prisa salió a bolsa en 2000, la acción se cotizaba a
20 euros, mientras hoy vale 0,3 euros. Los emolumentos del consejero delegado,
Juan Luis Cebrián, caminaron en sentido inverso, hasta alcanzar los 14 millones
de euros en 2012.
En cuanto a los contenidos, hay una cuestión de fondo. Pere Rusiñol explica que
durante décadas los medios de comunicación actuaron como intermediarios entre
ciudadanos y, por otra parte, políticos, empresarios, anunciantes y otras
organizaciones. “Pero con Internet y, sobre todo, con las redes sociales, el
cambio se produce porque no hace falta pasar por estos medios tradicionales”. A
la hora de informarse, pero también de publicitarse. “La red social constituye
una gran plataforma para la publicidad encubierta”. Internet y las redes ha
provocado asimismo una caída de los precios por la inserción publicitaria.
“Hemos de hacer otros medios de comunicación”. Dos ejemplos pueden ser
Alternativas Económicas (constituido como cooperativa) y Mongolia. Pero estos
nuevos modelos requieren que la gente demande información de calidad. De este
modo, el periodista puede equivocarse, como en cualquier oficio, pero será
independiente de Lara, Fainé o los grandes banqueros. “Si la información no la
paga el público, la pagarán la publicidad institucional o la de las
multinacionales”, opina Pere Rusiñol. Y esto tiene implicaciones decisivas. Por
ejemplo, a la “caída” de Pedro J Ramírez como director de El Mundo contribuyó
la retirada, de modo concertado, de la publicidad institucional que los
ministerios insertaban en el rotativo. Al final, salvo que la información la
elabore un activista en condiciones de precariedad, “siempre hay alguien que
paga la información”. “Y el público ha de pagarla si quiere que sea
independiente”.
La burbuja inmobiliaria y financiera en el estado español tuvo una dimensión
fabulosa. Los bancos permanecen llenos de productos tóxicos y aún viven de la
“barra libre” del BCE. ¿Se da el mismo horizonte mediático en otros países de
la Unión Europea? En Francia Le Monde está participado por el sector financiero
(además, uno de sus accionistas es el grupo Prisa); Liberation, que en su día
echó a andar por suscripción popular, está hoy en manos de la banca Rothschild.
Aunque el caso inglés, según Pere Rusiñol, es diferente, dado que existen
medios solventes que la gente compra.
“Los medios tradicionales han perdido el monopolio informativo y, sobre todo,
mucha credibilidad”. Ahí está, estridente en la pequeña pantalla, el fenómeno
de las tertulias. Recuerda Pere Rusiñol que más del 50% de los contertulios son
seleccionados por los jefes de prensa de partidos políticos e instituciones. “A
ese punto hemos llegado”. ¿Alternativas? “Son buenos momentos para el
cooperativismo, como se hacía a principios del siglo XX”. Volver a los orígenes
y picar piedra. Con mucha humildad.
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