Helen Clark
IPS
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Líderes de Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica, las principales economías emergentes congregadas en el BRICS,
analizarán este martes 26 en la sudafricana ciudad de Durban cómo aprovechar
sus formidables recursos con el fin de promover un más rápido desarrollo en
África y otros lugares.
La intención de la cumbre es impulsar reformas políticas mundiales, echando mano a sus propias experiencias nacionales y a sus ventajas comparativas con la mira en ayudar a solucionar problemas globales.
El encuentro es importante: es otra señal de que el mundo que conocemos está
cambiando rápidamente.
Al tope de la agenda del BRICS está la búsqueda de un compromiso para reactivar
la estancada ronda de Doha de conversaciones en la Organización Mundial del
Comercio y la necesidad de presionar por reglas más justas para el intercambio
de productos agrícolas y de otras áreas clave.
El bloque BRICS también explorará vías para estimular el crecimiento y el
desarrollo en general en África a través de más comercio, inversiones,
transferencia de tecnología y apoyo financiero.
Los cinco países además examinarán propuestas para crear su propio banco de
desarrollo, una iniciativa especialmente audaz.
La disposición de los países del BRICS a ofrecer sus propias nuevas iniciativas
de desarrollo e ideas políticas es una clara señal del cambiante panorama
mundial, examinado en el Informe sobre Desarrollo Humano 2013, "El ascenso
del Sur: Progreso humano en un mundo diverso", que acaba de ser divulgado.
Este cambio drástico en la dinámica global, sin embargo, va bastante más allá
del BRICS. Se estima que más de 40 países en desarrollo hicieron avances
inusualmente rápidos en el desarrollo humano en las últimas décadas, según el
informe.
Juntos representan la mayor parte de la población del planeta, así como una
creciente proporción del comercio y del rendimiento económico mundial.
El progreso de esos países, medido en términos de desarrollo humano, se aceleró
marcadamente en la última década.
Esas naciones, diversas en geografía, cultura y política, comparten el mismo
sentido de pragmatismo y compromiso con la gente, como se puede ver por sus
inversiones en educación, salud y protección social, así como por su
participación en la economía global.
No son economías rígidas ni partidarias del libre mercado a ultranza. Están
guiadas por lo que funciona para sus propias circunstancias nacionales.
Los propios países del BRICS, aunque no solo ellos, son motores clave de este
ascenso del Sur.
Como documenta el Informe sobre Desarrollo Humano 2013, están contribuyendo al
desarrollo en otras partes del Sur a través del comercio, las inversiones y la
asistencia bilateral.
Ahora hay muchas oportunidades para aprovechar las experiencias colectivas del
Sur y beneficiar a países que no se desarrollan tan rápido.
El informe 2013 propone convocar a una nueva Comisión del Sur, basándose en el
ejemplo pionero de la que a fines de los años 80 lideraron Julius Nyerere,
entonces presidente de Tanzania, y Manmohan Singh, ahora primer ministro de
India.
A través de esa comisión, los líderes del Sur podrían presentar sus propias
recomendaciones para una gobernanza global más inclusiva y efectiva en el siglo
XXI.
Como demuestra la cumbre del BRICS, las naciones del Sur no están inactivas, esperando
que las reformas en la gobernanza global sucedan por sí solas.
Están poniendo cada vez más energía y recursos en nuevos instrumentos de
cooperación política y económica, incluyendo a instituciones regionales del
sudeste asiático, del sur de África y de América del Sur, así como del Golfo,
del Caribe y el grupo Ecowas (Comunidad Económica de Estados de África
Occidental).
Tienen buenas razones para hacerlo. Si es mejor coordinado, a través de lo que
el informe de 2013 define como "pluralismo coherente", con un claro
consenso en metas compartidas, este ecosistema en evolución de agrupaciones
bilaterales, regionales e internacionales puede promover un desarrollo humano
sostenible en las próximas décadas.
La acción multilateral sigue siendo crucial para problemas que demandan
soluciones globales. El cambio climático es quizás el ejemplo más urgente.
Sin embargo, el sistema de gobernanza mundial diseñado a mediados del siglo XX
se distancia cada vez más de las realidades del siglo XXI.
China, por ejemplo, es la segunda mayor economía internacional, y tiene
reservas de divisas por más de tres billones de dólares, más que todas las de
los países europeos combinadas.
Sin embargo, cuenta con menos votos que Francia y Gran Bretaña dentro del Banco
Mundial. África y América Latina también tienen representación insuficiente en
importantes foros internacionales.
El ascenso del Sur no implica un eclipse del Norte. El desarrollo humano no es
un juego, en el que unos ganan y otros pierden.
Todos se benefician de un mundo más sano, más educado, más próspero y más
estable. Una asociación Norte-Sur más equilibrada puede ayudar a alcanzar esas
metas.
Una mayor voz para el Sur también significa más responsabilidad, una
responsabilidad compartida a la hora de resolver problemas y sostener el
progreso.
Además, un Sur más involucrado y exitoso beneficiará al Norte, a través de su
dinamismo económico y su colaboración para afrontar los desafíos globales. Como
dice el Informe sobre Desarrollo Humano 2013, el Sur aún necesita al Norte,
pero, cada vez más, el Norte también necesita al Sur.
Helen Clark fue primera ministra de Nueva Zelanda entre 1999 y 2008, y
actualmente es administradora del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD).
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